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Hambrientos de amor en una cultura llena de sexo







Pareciera que ante nuestros deseos e impulsos sexuales sólo tenemos 2 opciones: reprimirlos o darle rienda suelta. Algo así como que ante el hambre (que pareciera incontrolable a veces) estamos entre morir o comer nuggets por el resto de nuestros días. En ese escenario, los nuggets no suenan tan mal, ¿verdad?


¿Qué es lo que realmente creemos nosotros los cristianos? ¿Qué tenemos que hacer con estos deseos? ¿El único propósito del sexo es la continuidad de la especie? ¿Existe alguna conexión entre el sexo y el verdadero sentido de nuestra existencia? ¿Sería posible si la realidad del sexo de acuerdo con el plan de Dios fue un presagio de una felicidad eterna y celestial?


Tal vez es hora de dejar de ver el deseo sexual como un simple impulso que debemos controlar o satisfacer sin más. Quizás sea mucho más que eso.




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